La fabricación de Montesa Brio 91 fue entre los años 1956 y 1959, que es la sucesora de la Montesa Brio 80. Así mismo, forma parte de una saga de motos que, con pequeñas diferencias, coincidieron en la misma época con la Brio 81 y con la Montesa Brio 82 (la montesa trucha).
Una característica esencial que distingue la Montesa Brio 91 de las demás motos de su familia es que es la única que venía con suspensión trasera mejorada, al contar con vasos de expansión hidráulicos situados de manera paralela junto a sus amortiguadores.
Las diferencias básicas de esta nueva familia con el modelo anterior era un motor mucho mas eficiente utilizando la misma cilindrada. En el caso de la Brio 80 la potencia del motor era de 6.5 Cv. a 4.500 rpm alcanzando una velocidad máxima de 80 km/h. Esta nueva generación de Montesa con la misma cilindrada de 125 cc rendía 10.9 Cv a 6.000 rpm que la llevaban a 100 Km/h.
Era ya conocida en casa la historia de que mi padre tuvo una Montesa Brio 91. Siempre nos contaba que era una de las mejores motos que había tenido Sebastian V., vecino de Conil, que utilizaba la moto como medio de transporte para ir al trabajo a diario.
Esas conversaciones siempre nos aconsejaban a los jóvenes, entre lecciones de humanidad y valentía en los años que le tocó vivir. Me comentaba que antes había que trabajar mucho para lograr comprar algo: «a letras la pagué. poco a poco y con mucho sacrificio, hasta que un día conseguí reunir lo que me quedaba por pagar en la cosecha de garbanzos del año 58».
Su matrícula era una CA- 12XXX, y la había comprado en un famoso concesionario de motos de Vejer, en el cruce de Ignacio Castro. Su propietario era José, de cuyo apodo prefiero no acordarme. Siempre nos contaba que era la moto que más corría, aunque algunas veces se las veía y se las deseaba para arrancarla.

Montesa Brio 91
Precisamente fue en el mismo concesionario donde la entregó para poder sacarse una Ducati 175 TS. Me cuenta que la entregó cuando ya le daba problemas en la caja de cambios, pero siempre nos recuerda que fue una de las motos más bonitas que tuvo.
Ésta era la historia de la moto de mi padre, una moto que nunca encontré y que conservo de ella exclusivamente las historias que mi padre me cuenta. Fue este el motivo por el que decidí un día comprar una moto igual. La encontré en Barcelona; la tenía un señor como oro en paño, ya que era su moto de juventud. Juan, mecánico de la casa oficial de Montesa, era quien la había conservado desde que tenía 19 años; además, fue la moto que siempre condujo. «Yo hice la mili con ella», así me contaba.
Aún conservo amistad con Juan, y de cuando en cuando, me llama para saludarme y preguntarme como va su antigua novia de toda la vida. Es bonito escuchar las historias que nos cuentan aquellos que fueron los niños de la postguerra. Pero también fue muy bonito cuando vi la cara de mi padre al enseñarle aquella moto, que acababa de adquirir, y que el había tenido en otros tiempos. Tiempos en los que una Montesa Brio 91 podía pagarse con la última cosecha de garbanzos del año 58.
El Pavito, 5 de Mayo del 2020.