El día de la Ruta a Trafalgar nos reunimos tres Montesas y una BMW 1100, a la que le hacía falta una pequeña restauración.
Aquel día parecía destinado a que tuviéramos una avería. El anterior, la Montesa de La Vieja Gloria había estado dando problemas en el sistema eléctrico. Ya nos venía avisando antes de salir que teníamos que revisarle algo en el plato magnético.
La historia de esta Ruta a Trafalgar comienza el día anterior. En la sobremesa, recibimos la llamada de socorro por parte de La Vieja Gloria: mi moto falla y no tiene corriente. En el cuartel general del club se encendieron las alarmas pensando que teníamos un problema. No es plato de buen gusto para nadie de este club dejar a uno de sus componentes en tierra.
De manera que estuvimos por la tarde intentando reparar la moto. Desmontando las tapas del motor e intentando dar con el fallo. Era un encendido electrónico de dudosa procedencia, que por supuesto no tenía sentido en una moto de los años 60. Casi seguro se trataba de un injerto, hecho en un proceso de restauración anterior.
Dicho y hecho. Nos pusimos manos a la obra para poder cambiar la moto al antiguo sistema de platinos de toda la vida. Aunque terminando a las 23:00 horas, consiguimos que la moto funcionase correctamente.
Como de costumbre, la cita fue en la base, a las 10 de la mañana. Tres montesas partimos desde allí con el fin llegar a Trafalgar, haciendo nuestra ruta por las carreteras de la soledad.
Después de hacer nuestro ritual, nos ajustamos los guantes y el casco. En el surtidor, procedimos a calentar la moto hasta «Casa de postas». Mikel con su exuberante «Brendy», La Vieja Gloria con su Montesa de toda la vida y yo con mi «Maribel».
El punto de encuentro para reunirnos con Erick nuevamente fue en La Venta pinto en la Barca de Vejer. Un alto en el camino para el desayuno de los moteros, café y tostada de pan de pueblo con “Manteca Colorá”… esta vez decidimos que era mejor opción que los bocadillos de Lomo en Manteca.
Por fin llego Erick con su BMW 1100 de los años ’80, que necesitaba alguna restauración, pero que cumpliría con la ruta a pesar de su aspecto, un poco desteñido.
Nuestro destino era el Faro Camarinal en Zahara de los Atunes. El día nos acompañaba y conseguimos hacer la ruta sin inclemencias del tiempo.
Salimos de Venta pinto sobre las 11:30, en dirección a Barbate, recorriendo los nueve Kilómetros que nos llevarían hasta la entrada al pueblo marinero. Haciendo curvas entre sustos de velocidad, y no más bien por la rapidez, sino por la poca eficacia de los frenos que tienen las motos clásicas.
Al llegar a la entrada de Barbate, nuestro desvío hacia la carretera de Zahara de los Atunes por la carretera junto a la costa. Un día de sol surcando la carretera mirando al mar. Parecía como sacado de una película de Alfredo Landa, en algún momento en el que en la carretera sólo estábamos nosotros.
Despacito y disfrutando del trayecto conseguimos llegar a Zahara para dirigirnos a la zona de Atlanterra. Justo antes de llegar, descubrimos una tienda de antigüedades en la que paramos al ver una moto antigua (Derbi Antorcha) y un Citroën Dyan 6 furgoneta. Una tienda muy curiosa en la que sorprendimos con las montesa.
Subiendo a Atlanterra, comprobamos la fiabilidad de las impalas, haciendo cuestas con desconsideradas pendientes hechas para motos que no tienen miedo a las alturas. Y sí, con solo sus 175 centímetros cúbicos, demostró estar a la altura de las circunstancias… nunca mejor dicho
Allí en lo más alto de Atlanterra, junto a Cabo Camarinal, las vistas privilegiadas para hacer una parada y unas fotos que nos sirvieron de recuerdo. Mientras, hacíamos un poco de tiempo, comentando alguna hazaña de la semana anterior.
Casi a la hora de comer de nuevo retomamos la marcha con la advertencia de que los frenos de las impalas había que tratarlos de usted y con mucha sensibilidad para bajar las cuestas de Atlanterra.
Nos propusimos comer en la venta que hay pasando «La Zarzuela» y de camino allí, alguien se quedó atrás: La Vieja Gloria se aquejaba de que su moto no iba muy fina. Paramos y quisimos hacerle una pequeña revisión. A modo de operación de urgencias, limpiamos el carburador de la moto con las pocas herramientas que teníamos.
Tras tres intentos de poner en marcha la moto, nos dimos cuenta de que la moto había perdido el punto de encendido. Se trataba de una rotura de la Chaveta que sujeta el plato magnético, el cual giraba sin su sincronización necesaria para la puesta en marcha del motor.
Ayudados por la BMW de Erick conseguimos remolcar la Impala hasta que llegamos a la Venta donde decidimos comer. Ahí estuvimos esperando mientras almorzábamos. Al terminar, nos llegaron los refuerzos para llevar la moto a «Boxes», con la consiguiente baja de uno de los miembros de la expedición.
Tras este trago amargo que suponía un desliz en nuestro propósito de regresar todos juntos, retomamos el camino de vuelta. Esta vez por la carretera General N340, hasta llegar a Vejer de la Frontera. Allí hicimos el desvío para entrar en Caños de Meca, donde fuimos a Visitar el Palomar de la Breña. Un bonito lugar donde tomar el ultimo café del día.
Por último, regresar a la base con la satisfacción de haberle hecho unos Kilómetros en la Ruta a Trafalgar a estas clásicas que aun siguen escribiendo leyendas.
El Maldito, 27 de mayo del 2020
1 Comment
Muy buen articulo. Gracias por compartirlo.