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La Concentración de Medina fue aquel domingo, 31 de marzo de 2019. Habíamos quedado 5 para ir a Medina. Era la concentración en la que, además, tenía lugar un concurso de restauraciones. Fuimos 2 Impalas 6M,1 Impala 4M, la Brio 91 de la cosecha de garbanzos y una Harley Davison, La Champinita. Quedamos a las 10 de la mañana en la sede del Motoclub (La base). Nuestro propósito era pasar un día genial y así fue.

Arrancamos las motos después de dar unos brillos de cera a los depósitos y algún retoque a los cromados. Nos dispusimos a hacer nuestro ritual. Pasar como cada día por el arco de la villa de Conil, para luego subir hasta el surtidor de la entrada, junto al cuartel de la guardia civil.

Una vez comprobamos que todos habíamos repostado, nos enfundamos los guantes y ajustamos el casco. Nos propusimos llevar las joyas camino de la Concentración de Medina Sidonia. Eran las 10 y media cuando ya nos encontrábamos en la Casa de Postas. Tras alcanzar la temperatura de cada moto, comenzamos la ruta. Escogimos la antigua carretera General N340, en dirección a nuestro desayuno en Venta Pinto, por sus famosos bocadillos de Lomo en Manteca.

En nuestra primera parada en el camino respondimos todas las dudas de los curiosos que se iban acercando para conocer más de cerca el motivo de la expectación. Fue allí donde se unió con nosotros La Chapinita, una Harley 1200 del año 56. Arrancarla era toda una proeza, subir encima del escape, para luego dejarte caer sobre la patada de arranque. Tras el desayuno, reanudamos la marcha hacia Medina.

Llegamos a Medina a las 12:15 de la mañana, la hora perfecta para un aperitivo.  Así fue que entramos en el recinto donde se había organizado la concentración. Nada más entrar en el recinto ferial se causó una gran atención. El motivo es que la mayoría de los participantes a un concurso de restauración suelen llevar las motos en Remolques. Entre nosotros, sin embargo formaba parte de la ruta.

Escogimos un lugar privilegiado para la exposición dentro de la nave del recinto ferial de Medina Sidonia. Nos encontramos con otros compañeros restauradores que habían llevado motos como Puch, Lambreta, Guzzy y algunas marcas más.

A punto de terminar el plazo de inscripción en el certamen, dimos nuestros datos para formar parte del concurso.

Allí estuvimos compartiendo vinitos y tapitas de “papas aliñás” en la barra acondicionada del recinto, con otros compañeros restauradores y estableciendo contactos. Nos alargamos hasta las 3 de la tarde, cuando se empezaron a dar los premios.

Nos mostrábamos un poco escépticos a poder ganar un premio, aunque dentro de nosotros siempre había esa ilusión. Nuestra sorprendida sonrisa surgió cuando, al comenzar a nombrar los ganadores del concurso, nos sentimos aludidos.

Premio a la moto más lejana (La Chapinita no había perdido aun su acento francés)

Premio al motero más Veterano: Debido a sus años en la moto y a su edad,  La vieja Gloria nos trajo ese premio para nuestro motoclub. Una Clásica cuya historia hace leyenda.

Premio a la moto mejor Restaurada: Premio para la Impala 6 M que pudo inscribirse en el certamen con el numero 085.  Fue la moto del electricista que también se encuentra en nuestras leyendas.

Ya eran las 4 de la tarde cuando decidimos hacer el camino de vuelta para parar en cualquier venta que se prestara a acoger a estos moteros del pasado.

La sorpresa fue que al salir de la concentración estaba lloviendo, pero eso no nos detuvo para continuar la marcha.  Después de restaurar tantos años de olvido, no es plato de buen gusto mojar la moto en esas carreteras, que con el barrillo del asfalto deslucían nuestro trabajo de encerado en la moto durante el día anterior.

De camino a Vejer, nos encontramos con un problema técnico que tuvimos que resolver durante el trayecto. Fue una tuerca que se había aflojado en el selector de cambios de la Brio 91 de «El pavito». Fue un alto en el camino que nos duró no más de 15 minutos, y por suerte nos sirvió para secarnos un poco.

En el cruce de Ignacio Castro, en Vejer, nos despedimos de la Champinita, que tenía que hacer la misión de vuelta a su garaje en Barbate. Mientras, nosotros decidimos parar en la Venta Rufino, ya que decidimos hacer el camino de vuelta subiendo a La Muela en Vejer.

Nuevamente allí, fuimos testigos de que las motos no pasaban desapercibidas entre los clientes del bar. Después de tomarnos nuestro café, emprendimos el viaje de regreso, hasta que a las 7 de la tarde ya nos encontramos nuevamente en la base, donde hicimos de nuevo la limpieza de la moto.

Un día que tardaremos mucho tiempo en olvidar y del que aun seguimos comentando nuestras caras de satisfacción por salir juntos a nuestra primera Ruta, hacia la Concentración de Medina.

El Maldito 25 de Mayo del 2020

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